domingo, 13 de febrero de 2011

El Simbolismo del Número 2

Número Dos. El primero de todos.

En el principio fue el Big-bang, o el Ying-yang. Tenemos dos cerebros, que son uno solo. No podemos ver una figura sin su fondo. No podemos imaginar al Uno, nuestra conciencia no es capaz de aquello. Nuestra conciencia, nuestra inteligencia, sólo entiende algo si ese algo tiene contrario, aunque no lo tenga. Imaginamos un contrario para entender la totalidad.
Pitágoras hablaba de un sonido llamado “armonía de las esferas”. Pero nosotros decía, no podemos escuchar esa música, pues es continuo. Nuestro oído y cerebro sólo acepta un ruido por contraste con el silencio. Figura y fondo.
En el Tao se lee “el absoluto engendra al Uno, el Uno al Dos, y el Dos a todo lo demás”.
En los arcanos menores del tarot, el As -que no es el uno- es la carta que abarca y resume el significado del elemento, no es el inicio. El Dos es el primer paso de cada palo.
En el eneagrama por lo general se parte estudiándolo por el octavo, el quinto o el segundo eneatipo.
Yo no lo sé que hubo antes del Big-bang y creo que da lo mismo, pon ahí tu Creencia Favorita (CC.FF.) a Dios por ejemplo. El Dos, por tanto, es la primera manifestación de la CC.FF. Así, cada número es una manifestación del Todo, del Uno, cada número es una parte del Todo que nos ayuda a volver a Él. Todos los números son el camino para llegar al Todo, a la CC.FF. Cada ley, cada número es un manual de instrucciones para hacer la nueva tierra, el cielo de aquí abajo. No hay nada que no sea una manifestación de la CC.FF., como tampoco no hay nada que este fuera de la creación, no hay nada que este fuera de Saturno, no se puede sacar la mano fuera del universo.
Para algunos el Dos representa el círculo dividido por la mitad. El círculo es el Todo esperando manifestarse, el Dos es la manifestación del círculo. Esto puede llevar a un error: el Dos es la entrada al mundo de la polaridad, pero no es la polaridad -esa experiencia la representa el Cuatro-, el Dos es la entrada a la comprensión primera, la correspondencia. La ley del Dos es la Ley de la Correspondencia. Para poder experimentar la polaridad hay que conocer la correspondencia.
La polaridad nos ayuda a nombrar conocer, experimentar, a vivir. No podemos imaginar una vida sin polaridad. Pero eso no es el Dos. Aunque desde la experiencia Dos tengamos la ingenuidad -con toda razón- de andar buscando a la media naranja.
La práctica del Dos, la toma de conciencia que invita el Dos, es entender la Ley de la Correspondencia. Lo primero y necesario para vivir en armonía. Correspondencia, lo primero para entender la vida y de paso obtener sabiduría. Quien posea la sabiduría inicial que da la correspondencia puede alcanzar un alto grado de conciencia.
Si el Uno es incomprensible, la primera ley, la del Mentalismo, también resulta incomprensible si es lo primero que se estudia. La Ley del Mentalismo es la última, la décima, la que viene después de la experiencia Ocho y Nueve. Empezar diciendo que todo es mental, es una brutalidad. Un filósofo griego, discutía en plena plaza sobre la composición de la vida y nadie lo sacaba de su obstinación: “todo es mental, todo sucede en tu mente, nada sucede fuera de tu mente”. Era, lo que hoy llamaríamos, un idealista. Otro colega que no podía contra sus argumentos, pues eran sólidos y el hombre un buen orador, se dijo seguramente algo así como, la práctica es la mejor escuela y cogió un palo y se lo dio en la cabeza. El filósofo idealista lo increpó indignado. “Todo está en tu mente”, fue la respuesta del filósofo práctico. El obispo Berkeley tiene una anécdota similar.
La Ley de la Correspondencia nos dice “como es arriba es abajo”. Esto tiene una significación despiadada: en los dos mundos (en el yin y en el yang) habitan las mismas leyes, los mismos valores, los mismos miedos, puedo aplicar las leyes de un mundo en el otro, lo que necesito yo lo necesitas tú, lo que a mí me hago a ti te lo hago, nada para mí que no sea para ti, lo que le sucede a un cuerpo le sucede a otro, lo que pasa en mi conciencia se refleja en mi cuerpo, si alimento bien un cuerpo lo mismo debo hacerlo con todos, lo que pasa aquí pasa allá, soy lo que soy por lo que fui y seré lo que seré por lo que soy, dime con quien andas…, nos parecemos a Dios cuando descansamos, etcétera. No significa que si yo te amo tú me amas, significa que si yo amo, tú también lo puedes amar. Si yo siento algo por alguien, alguien debe sentir lo mismo por mí.
Este principio encierra una verdad, entre los diferentes planos donde se manifiesta la vida existe una concordancia o correspondencia que los unifica, es decir, ellos se entrelazan los unos con los otros formando un todo armónico. Es decir, todo lo que existe, existe, porque existe todo lo demás. En cada parte hay algo del todo: Big-bang. Estamos fabricados con los mismos fundamentos y materiales, todo lo que tengo yo lo tienes tú. Todo prójimo es tan verdadero y real como yo, pero no es idéntico, es semejante. Me transformo en ser humano compartiendo con otros seres humanos. Así se crean los afectos, entiendo que todo lo humano es social y que toda vida es un encuentro lo que no significa que sea una coincidencia.
¿Qué pasa con Dios y César? Los dos se rigen por la misma ley, no puede existir ahí contradicción ni diferencia. Dios y César sirven a los hombres y no se sirven de sus dirigidos. Pasa algo curioso, algunos individuos mal llamados humanos, creen y practican algo muy animal, depredarse unos a otros. Ellos no tienen religión, son supersticiosos. Todo es de Dios y nada es del César.
La Ley de la Correspondencia nos dice, lo que sucede en un polo sucede en el otro, lo que siente una clase social, lo siente su contraria, que por mucho que te alejes de tu otra parte, siempre la cargarás.
Llega a ser violento, es la primera ley, nadie la ejecuta y todos la recitamos. Si esta ley no se aplica, el resentimiento es un derecho aunque no un deber.
El fin último de esta ley es poder repetir con sabiduría y experiencia: “Nada humano me puede ser extraño”.
El planeta que tiene el número dos (en astrología) es la Luna. La Luna satisface la necesidad de seguridad emocional, la necesidad de pertenencia. Refugio y protección, amor. No nos amamos porque desconocemos, o no ponemos en práctica, esta ley. Dice la ley, existe una correspondencia armónica que unifica todas las formas de vida en todos los planos, en todas las dimensiones, en todos los cuerpos. Si desconocemos esta ley, seremos animalitos muy simpáticos, pero nada humanos, más bien seremos un virus, y como todo virus está condenado a su autodestrucción.
El número Dos es sinónimo de conciencia. Mi comportamiento es un reflejo de lo que pienso, siento y actúo. Por esto es la primera ley y el primer número, si no lo entiendo y no lo practico, seré como el Loco del tarot, un idiota. La Ley de la Correspondencia es el primer paso que contiene a todos los que vendrán, mi vida será el reflejo de este comienzo, el Big-bang sigue sonando. Mi escala de valores nace de la conciencia de “como es arriba es abajo”.
La conducta es el reflejo de la conciencia, la conciencia reflejo de nuestra inteligencia. La conciencia, lugar donde viven los valores y se reflexiona sobre el valor primero. Uno es lo que imagina que será, cada cual vive retratando y representado a su conciencia. Soy mi conducta y mi conducta es mi conciencia. Por esta razón muchos entrenadores del alma recomiendan vivir “como si…” Como si yo fuera un hombre despierto, como si yo fuera generoso, como si yo fuera un amante del prójimo, etcétera. Vive como te quieres sentir, vive como quieres ser. (No te preocupes del tener, será un representación del ser.)
Aplicando la ley de la correspondencia a estos principios, es fácil concluir que el presente es una correspondencia del pasado y el futuro será correspondiente a este presente. Viviré hoy como si ya fuera eso que quiero ser. Mi maestro me dijo: “Vive como si fueras un iluminado que encarnó para ayudar a otras personas a iluminarse”. Después de un momento de silencio sentenció: “Quieras o no quieras ese es tu destino y el de todos, es la obligación de todos iluminarnos”. Después de otro momento de silencio, yo hice una pregunta bien inteligente: “¿Cómo lo puedo distinguir del pensamiento mágico?” No me contestó, se fue. Pero yo sé la respuesta, hay que hacerlo sin que nadie se de cuenta. Mide la distancia de tu presente con tu expectativa final.
El Loco del tarot, como su nombre lo indica, no ha entendido nada de esta primera ley, por lo tanto es el generador de todo conflicto. El Loco no es malo, es sólo un gil sin gracia, un infeliz. El malo no conoce la ley, conoce la superstición. Un malo no lo es, es loco, no conoce ni quiere conocer la ley. El miedo al prójimo y su propio vacío pueden más que esta ley. Como no conoce la ley, colabora con la desdicha de otros. Ve la ley al revés, cree que la desdicha de otros le dará felicidad, tal como otros creen que la pobreza de otros les dará riqueza. Por no conocer la ley puede hacer muchas cosas en contra de otros por inseguridad.
Una de las tantas aplicaciones que tiene esta ley es “por sus frutos lo conocerás”, también “lo que al más pequeño le haces a mí me lo haces”, otrosí “si tengo para mí debe existir para todos”, y por esta ley entendemos eso de ir a buscar la oveja descarriada.
Esta ley, la correspondencia, nos pone en contacto con el método de conocimiento del esoterismo, la analogía.
Esto de las analogías y las correspondencias tiene sus trampas, permite justificaciones. Por ejemplo la ley del Talión, si el otro lo hace quiere decir que yo también puedo, da lo que quieres recibir, si lo tengo es porque me lo merezco, algo habrá hecho en la otra vida, ya las pagará. Como esta ley y este número reflejan nuestra conciencia… hasta la podemos usar para vivir fuera de la conciencia, para no hacer una tarea porque aburre.
Por ejemplo, algunos malviven la experiencia Dos cuando justifican lo que pasa en una dimensión suponiendo que es el reflejo de otra. Por ejemplo, si tengo dinero y los favores del destino, es porque me lo merezco. Nada que ver, si tienes dinero, sólo significa que tienes dinero. Si hay pobres y lo justificas diciendo que algo habrán hecho en la otra vida, es que no te quieres hacer cargo del dolor que te da la injusticia. Si un malo se muere en la cama, dices que ya lo pagará en la otra vida, mentira; eso tan sólo significa que no te has atrevido a manifestar tu opinión sobre la justicia. Si dices que nadie te quiere en esta vida por culpa de maleficios que te hacen en otros planos producto de la envida que tú despiertas, eso se llama no hacerse cargo de cómo enfrentas las relaciones. Si te ganas la lotería, no digas que te lo mereces, ni que ese dinero lo tendrás que pagar en la otra vida. Como es arriba es abajo es una ley, no una excusa. Vivimos bajo la ley del accidente.
Dos: todo tiene una correspondencia. No es la ley de causa y efecto, es la Ley de la Correspondencia. Una buena acción en este plano tendrá un buen resultado en otro. Tendrá un buen resultado, lo que no significa que el resultado sea el que yo elija.
Hay algunos que viven la experiencia Dos como la correspondencia antagónica. Esto es, si hay algo bueno por aquí, debe haber algo malo por allá. Es una superstición nacida de la búsqueda de la homeostasis.
No por querer el bien, llega el bien. Al vivir nos subimos a un tren en marcha, que no tiene los valores enseñados por los maestros, este no es el mundo de Dios. Esta ley es para crear el mundo de Dios en la vida cotidiana. Si estiro la ley puedo llegar a una conclusión difícil de aplicar: ser malo es un mecanismo de defensa, comportarse como un depredador, otro.
Si el mundo es como es, ¿cuál es y ha sido mi colaboración? Todo lo que sucede en la vida no es una casualidad ni una sincronía, lo que ocurre a diario no es algo “que tenía que pasar”. Todo pasa por algo, pero no todo lo que pasa tenía que pasar. La vida no llega, la hacemos; la vida no es un accidente kármico… Todo lo que resulta y registra la historia pareciera que lo vamos a buscar. La historia de la humanidad, hasta ahora, no es más que la no aplicación de esta primera ley con nombre de segunda. Vivimos como lo hacemos porque queremos sacar ventaja del otro, del prójimo.
El Dos es simple, la correspondencia es simple. Simplemente es “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Prójimo es seguramente otro ser humano, pero, ¿qué es un ser humano? Lo raro es que las cosas simples no son fáciles.
El Dos se guía por la Ley de la Correspondencia. El Dos sabe que es parte (¿mitad?) de algo con el que está unido por un cordón invisible que no se puede cortar, sabe que hay otro igual, pero distinto, inseparables, que no puede haber uno sin el otro, y que entre los dos forman una totalidad, con ganas de ser Totalidad.
El Dos es el número del complementario, no del polar. Vivimos en un mundo polar, en que si vemos su complementariedad llegaremos a la totalidad en un santiamén. El Dos no representa al obrero o al dueño, representa a los dos. Entre ellos no hay diferencia ni debe haberlas. Cuando las dos partes se den cuenta de la complementariedad, llegarán a la Totalidad, el fin último de la vida. Si alguien limpia es porque otro ensució, cuando el que limpia sea el que mande, habremos dado el primer paso al cielo. Mientras tanto seguiremos en la lucha de clases diciendo que no existe, pero alimentándola. Yo alimento la lucha de clases, refuerzo la polaridad, me alejo de la totalidad, amo al Demonio, cuando privilegio un polo sobre otro, cuando digo que uno se merece más que el otro, o que mis privilegios son de origen divino. Es decir, no conozco o no he sabido aplicar la Ley de la Correspondencia.
En el fondo y la superficie Uno y Dos son las caras de una moneda. Una moneda vale cuando tiene dos distintas y las dos indican algo que es correspondiente. Uno y Dos son lo mismo. Una cara de la moneda se llama Uno y el otro lado se llama Uno también. Es como el enchufe, los dos se llaman igual, el adjetivo es lo que cambia. Cuando entendamos que yo soy una parte del enchufe y tú la otra, seremos felices y no nos dañaremos. Es que veremos la totalidad: la mitad de lo que soy te lo debo a ti. Si nací muy inteligente, es porque soy el reflejo de otros, y tengo que hacer lo que hace un inteligente, no hacer tonteras. Cuando me de cuenta que hago tonteras con mi inteligencia, empezaré a ser Dos.
Cuando el Dos entienda la correspondencia, felices podremos pasar al Tres. Será cuando yo me de cuenta como el mal que le causo a otro, o su dolor, me perjudica a mí tanto como al otro. Cuando yo me de cuenta que al abusar del otro el primer perjudicado soy yo, habremos entrado a la experiencia Dos de manera sana y podremos entrar a la Tres y llegar a la Diez, para partir de Cero. Y volver a ser Dos de manera luminosa, Once.
Si el Dos es lo primero y refleja mi nivel de conciencia, el Dos es el número más lejano al origen, porque está detrás y ya no volverá a donde partió, pero es el más cercano, es el que está más cerca, por distancia. El Dos está lejos en tiempo y cerca en espacio. La experiencia Dos la podríamos graficar como un niño y su padre, ese niño está muy lejos de ser padre y muy cerca del padre. Por lo tanto hay recuerdos y expectativas, mucha memoria aderezada con nostalgia y muchas confianzas sazonadas con esperanzas de grandes posibilidades. Ser Dos es ser niño.
¿De dónde viene el Dos, el niño? De dónde vinimos todos nosotros, de nuestra madre. ¿Cómo fue que llegamos aquí? Por un acto misterioso, milagroso, sagrado, se junto un óvulo con un espermio, y aquí estoy yo. Por qué se junto y cómo se juntaron esas dos células. No sé, cosas de la vida. Lo único que yo sé, y no es una creencia, es que esas dos células se juntaron en un acto de amor y placer. Puede que el resultado de mi ser sea producto de una violación, no había amor, pero al menos al violador le gustó lo que hizo. Por lo tanto en mí hay un 25% de placer, todos tenemos al menos un 25% de buena memoria.
Si como muchos, yo me quiero imaginar la mayoría de la sociedad, somos producto del amor y el placer, ¿qué es lo primero que esperamos encontrar al nacer? Amor y placer, naturalmente, añoro pertenecer a este lugar. Y, ¿qué encontramos?, tortura, necesaria para vivir, dicen los médicos, y falta de cariño, para comer tenemos que llorar. Cinco cosas necesitamos: atención, que nos miren; calor; contacto, que me toquen y abracen; protección, y alimento. Después con el tiempo a esto lo llamaremos amor.
Naturalmente lo que debe sentir un Dos, lo que todos debemos sentir cuando nacemos es orgullo, no jactancia. Es imposible no sentir orgullo de ser si me hicieron con amor y placer. Si soy producto del amor y el placer, lo mínimo es darlo a todos y buscar a quien darlo. Si estoy tan cerca de mi pasado (aquí pon tu CC.FF.) si estoy tan cerca de Dios, cómo no voy a sentir satisfacción de mí, y como voy a dudar de mi misión en la vida: dar amor y que todos me quieran, pues yo los quiero a todos, sin distinción. El Dos es cualquier cosa menos un ser solitario. Nazco para pertenecer.
Si me encuentro solo, lo único que puedo hacer es buscar la otra parte de mí, el otro lado de la medalla, mi complemento, lo que me corresponde y unifica, mi media naranja. Si digo media naranja, quizá me considero un ser mutilado. No soy sin lo que me falta. Pero al menos sé que soy la parte de algo, de algo muy importante, de algo que no puede ser más que importante. Por lo tanto sé lo que algo falta, soy conciente de mi ignorancia.
Si soy hijo del amor y el placer, es lo que buscaré en esta existencia. Nazco para amar, busco amor.
Como es un niño, no sabe quien es, pero sabe que es parte del todo. El Dos no sabe quien es, no tiene nombre que ponerse, desea ser alguien, pero para serlo necesita a otro. El Dos sabe que a esta vida se vino a amar, ser aceptado, pertenecer, añora el futuro. Imagina que es imposible no ser querido en este mundo de humanos.
Como todo niño, no sabe quien es, ni donde está. No sabe a quien pertenece, de donde es parte, no sabe cual es su pasaporte. Yo he visto niños, hijos de nana, que con dolor supieron que no pertenecían a los otros niños como él. Aprendieron en carne propia la ley de la polaridad mientras buscaban la ley de correspondencia, ojalá no la transformen en la ley de la venganza o talión.
Esta actitud de la experiencia primera, ser Dos, puede ser mal interpretada, se dice por algunos que en el tema Dos, nos podemos transformar en personas que sólo quieren y necesitan afecto y aprobación. ¿Y quién no? La experiencia Dos busca amor, es lo único que siente que tiene. Es un ser todavía no trasquilado, es una experiencia primera que busca compartir con otro lo que es y tiene. Si uno tiene amor, se siente orgulloso de eso. Claro que por ser tan joven, el amor que tiene un algo inmaduro. Pero la vida ya ha enseñado que ese sentimiento no madura, muere. Hay que amar cuando somos indocumentados e inocentes, después no se podrá, no tendremos cuerpo emocional de adultos. A los adultos que gobiernan el mundo se les olvidó sentir.
Este Dos puede amar tanto, que hasta se puede olvidar de sí mismo y sus necesidades; por la necesidad de pertenecer, hasta puede sacrificar el ser aceptado. La vida enseña que para ser sanamente generoso primero hay que sanamente egoísta. Pero el egoísmo sano no hay quien lo enseñe. La vida sólo enseña a ser malvado, los padres son todos muy jóvenes, los abuelos dan mal ejemplo y las religiones venden miedo. ¿En quién confiar? Si todos me quieren, significa que entre todos nos queremos. Esto puede ser una estrategia defensiva. No hay manera de darse cuenta del camino correcto.
Si el mundo fuera un Dos, (es lo que somos) seríamos felices. Estaríamos gobernados por el amor y el desinterés, por el servicio y la generosidad, quizá el altruismo también estaría presente. Para esto basta entender la Ley de Correspondencia. ¿Quién la puede enseñar? Un Acuario, una persona nacida bajo ese signo, o que elija ese signo como rector de su vida. La astrología es voluntaria.
El problema del Dos es fácil de imaginar. ¿Qué pasa si nadie me quiere? ¿Qué pasa si me encuentran indigno, no amable?
Una persona que está empezando, y todo se empieza en el Dos y el amor, ¿dónde lo aprendo, quién me lo enseña, en quién confiaré? Ya sé que todo lo que necesitas es amor pero, ¿qué es amor, cómo lo puedo experimentar? Lo que tú tienes, con lo que yo tengo, si se complementan, ¿eso se transforma en amor?
Si en la experiencia Dos no resolvemos estas preguntas, habrá un deterioro y se cumplirán las leyes de la paradoja y la ironía. Si huyo de lo que temo, lo encontraré; si amo para que me amen, nadie me querrá. Si enfrento mi miedo, nadie me quiere, todos me querrán. Si me las doy de amoroso y servicial, debo saber que la gracia de la vida está en que todo lo virtuoso de la vida es sin finalidad ni provecho. En el amor no puede existir finalidad ni provecho, sino es un negocio. El amor y los negocios no son temas complementarios. Amo con libertad, a quien amo lo dejo hacer lo que quiera, tanto lo amor que hasta me alegraré si ese otro decide no amarme. (Aunque parezca raro, el tema del amor no se encuentra en este número, está en el Seis.)
El Dos es el primer paso para transformarse en ser humano. Lo que nos hace humanos es la aceptación del otro, aprendemos a ser humanos estando con humanos. Somos lo que somos por imitación, somos seres culturales, no biológicos. Todo lo que aprendí lo heredé, hasta lo que hago en el baño bajo llave es cultural. Para ser, para definirme, necesito aprenderlo, no nacemos parados. El ser humano se forma en la correspondencia.
La Ley de la Correspondencia es la reciprocidad: me hago persona al humanizar, me vuelvo animal al bestializar, lo que me transforma en un virus. Cada uno da lo que tiene (lo que se tiene es lo que se heredó): si tengo una buena vida, la puedo contagiar, si me doy atención puedo atender a otros, si me amo puedo amar.
El Dos no es la salida del paraíso, es la entrada a la dualidad. Antes éramos uno con la madre, ahora somos dos. Entramos a la dualidad, tomamos conciencia, supimos del bien y el mal, de esto y lo otro, pitos y flautas. Para que no se transforme en rayos y centellas, debo aprender de la Ley de la Correspondencia.
En este mundo real, el rey no es Dios, es el Diablo, por no aplicar la Ley de Correspondencia. Tenemos a este rey por falta de inteligencia, tontera de todos, miedo generalizado de todos. Pues como entramos a vivir la polaridad, veníamos del uno con la madre, y en esta entrada a lo polar nos identificamos con la parte y no con el todo, con los rayos y despreciamos las centellas. Claro, pues todavía no hemos experimentado lo otro, busco eso otro que yo no soy, sin saber que también lo soy. Busco al generoso que hay en mí, sin saber que lo busca el egoísta, y cuando busco al egoísta que hay en mí, no lo puedo encontrar porque lo detesto, yo soy generoso.
Todavía no me he dado cuenta que entre Dios y el Diablo hay una intimidad llena de amor, juegan entre ellos, se hacen apuestas, se desafían. Lean a Job.
El Diablo es el príncipe del mundo, de la tierra, es el más genuino representante de la anti ley de la correspondencia: la competencia.
Como somos una especie en evolución, aun no somos auténticamente humanos, vamos a serlo. Las siete leyes y los nueve números nos ayudarán a llegar a la meta.
Al parecer somos una especie recién salida del bosque, con apenas un 3% de uso en nuestras capacidades intelectuales. Lo suficiente para sabernos inteligentes y para sentirnos superiores a otras especies, lo que nos da un aire de superioridad, siendo ese nuestro mayor defecto. Somos acomplejas e inteligentes, sino como se explica que no habiendo caminos de tierra el vehículo de moda sean los todo terreno. Pues para comprarse un auto grande hay que tener dinero, para tener dinero hay que ser inteligente, y para comprarse algo innecesario, hay que ser acomplejado. (Yo sé de qué hablo, tengo una moto monstruosa.) Es decir, estamos gobernados por el animal, el depredador. Usamos nuestra inteligencia para fortalecer el defecto.
Hablamos de la evolución mirando al animal, en cambio lo debiéramos hacer mirando a los Dioses. Pero como los Dioses son nuestro invento… Han venido muchos maestros a decirnos el cómo de la cuestión…
El tema del Dos es la ley ya dicha, y el tema de la ley es ¿cómo hacer para ser humanos?
Toda ley tiene su anti ley. La competencia, la anti ley, de la ley de Correspondencia.
La competencia busca y refuerza una evolución en la depredación. Es una estrategia exitosa entre los animales, pero no da estabilidad a la raza humana. Sólo genera desconfianza y robustece al depredador.
Todos los avances de la humanidad se lo debemos a la colaboración y la correspondencia. Todos los horrores de la historia tienen su origen en el miedo, lo que genera competencia.
La competencia niega la correspondencia, afirmándola. La Ley de la Correspondencia se da en la naturaleza, pero nosotros no somos naturaleza, somos cultura. La competencia la debemos transformar en colaboración.
Competir es negar al otro, dejarlo en la impotencia.
Por la Ley de Correspondencia, toda negación del otro es una autonegación. Si hay algo que no existe es la sana competencia, la competencia por definición, no puede ser sana. El que compite no vive ni existe para sí, vive para negar al otro. El competidor dejará de serlo cuando se de cuenta de su propia insignificancia, como el mentiroso, miente porque quiere parecer más de lo que es, al menos se sabe insípido.
Negamos al otro por miedo o vacío, lo que genera rabia. Sacar ventaja del prójimo no beneficia a nadie, ni al ventajista. El astuto oportunista no evoluciona y su seudo mejoramiento no favorece a la especie. No faltan las ideologías o religiones que justifican el miedo. Al justificar, refuerzan. Sólo un animal justifica la competencia.
La competencia nos hace olvidar lo único importante, somos seres sociales. Para no hacernos cargo de nuestra sociabilidad, cuestión muy difícil, competimos. Y toda competencia es anti social. Yo cambiaría el término competencia por emulación. (Todos los pequeños industriales que yo conozco tienen un deseo confesado: desean ser un monopolio.)
Es que… ser social… ¿Qué puedo esperar del otro? Yo sólo puedo esperar lo que soy capaz de dar. Es que… si el otro sigue siendo malo conmigo… Pones la otra mejilla hasta que el otro entienda que la maldad es su peor negocio. Es que… esto no lo practica nadie…
¿Cómo vivir mejor? ¿Cómo tener dinero (seguridad) sin perjudicar a otro?
Aplicando la ley de la correspondencia. Y que el resto de las leyes humanas nazcan de la Dos. Cuando lleguemos a ser humanos de verdad, no necesitaremos leyes, seremos personas bien nacidas. Mientras no se aplique la ley de la correspondencia, las leyes civiles reemplazarán la conciencia del virus. Respetar la ley es reforzar un abuso.
Un ser humano digno de su condición contagiará su buena vida, hará lo que le venga en ganas, no dañará, no abusará, colaborará, no verá a otro igual como una palanca para su progreso.
Un ser humano digno de su condición lo será cuando acepte al otro como un igual. Por lo tanto, la negación del otro, es un acto que se puede corregir, si se quiere.
Mientras tanto… Con un poco de comprensión, veremos que el mundo gira al revés.
Creemos que el Loco (del tarot) es una buena carta. Loco es el ser dividido, ingenuo y hasta ingenioso. Nos gusta tanto el Loco porque nos parecemos, estamos locos y muertos de miedo, lo que nos transforma en astutos, malos, enrollados, incumplidores de la palabra y un largo etcétera. Y como cualquier animal en peligro, mata.
El Loco es loco porque huye de lo que espera, por la ley de la ironía y la paradoja, es lo único que encuentra, de eso que huye.
Mientras no apliquemos la correspondencia, seguiremos loqueando, comprando miedo y con terror a la muerte.
Seguramente el primer paso a la ley de la correspondencia será asimilar algo espantoso: todo problema personal es un problema social, todo lo social es cultural. Todo problema cultural, personal y social es un problema ético. Maldad es tratar al otro como un enemigo. Cuando el que abusa se avergüence de su conducta… ese es el camino. Cuando yo me avergüence de mis abusos, o lo que es lo mismo, cuando me avergüence de mi pasado, estaré dando el primer paso.
Segundo paso, la vida no es la selva. En la selva todos los animales pasan hambre.
Tercer paso, somos todos semejantes y nadie idéntico. Por lo tanto esta permitido hacer cultura, en grupos o de forma individual. Dañar al otro no es cultura, abusar tampoco.

No hay que olvidar que la unidad es la materia básica donde descansa la polaridad. Si entendemos esto, podremos pasar al Tres, si lo entendemos muy bien, podemos pasar al Cuatro, saltándonos el Tres.

En un próximo capitulo La Luz del Dos.