lunes, 21 de marzo de 2011

El Simbolismo del Número TRES

Número Tres. Primera figura, la línea en movimiento.

El Tres existe porque el Dos fracasó. La historia de los números es una secuencia. Siempre lógica. Se puede contar una historia o relatar un cuento, y si la imaginación te acompaña, una novela.
Un número viene después de otro porque es su natural desarrollo, su evolución, o un camino donde no queda otra.
Cada número es la continuación del otro. Al hablar de números, podemos usar la lógica de los números y buscar el significado de cada dígito en una ecuación que de ese resultado. Pero hay excepciones, el Uno no puede ir en ninguna ecuación, pues a ningún número se le puede sumar algo que no existe. A cualquier número, si le sumo la Totalidad, el resultado será la Totalidad. El Dos no puede ser Uno más Uno, pues entonces sería dos Unos, y eso no es Dos. El Uno es el Todo.
La otra excepción es sumar un número por sí mismo. El Cuatro no es Dos más Dos, al menos en numerología. Aunque algunos numerólogos plantean como posible y lógico la posibilidad de un número sumado a sí mismo sea la perfección de ese número; así el Seis, sería la perfección del Tres, el Cuatro la perfección del Dos.
Por lo tanto es incorrecto decir, Tres es la suma del Uno más el Dos. La primera ecuación es el Cinco. Se puede decir que los misterios del Cinco se encuentran encerrados en un combinado (cóctel) entre el Tres y el Dos.
Los números ¿Uno?, Dos, Tres y Cuatro son estudiados sin la ayuda ni el apoyo de otras cifras. En ellos hay una verdad base útil al estudio del resto de los números. La numerología encuentra sus cimientos en estos primeros números.
Al Dos, si fracasa, no le queda otra que ser Tres o morir. Como en el Dos no pudo lograr su objetivo, ser aceptado como humano, retrocede al animal y su lógica competitiva, o avanza mirando por el retrovisor. Como le respondieron mal y no quiere ser rencoroso, dice que aprendió la lección, seré como ustedes.
Por esto hay un sentimiento de soledad y desamparo. Siente que no hay apoyo, claro en el Dos no lo encontró, se siente traicionado. Pero como le queda algo de Dos, no se permite la rabia y la cambia por egoísmo. Así sólo se cuidará sí mismo y a los otros de su mismo sí mismo. Su ego es la mejor defensa.
Nadie cuidó al Dos, ahora de Tres, cada uno se cuida a sí mismo. El éxito esconde un desamparo. Desamparo es inadecuación. La vida es un espejismo, por eso peligrosa.
Al no resultar aceptado el Dos, cambia de estrategia: seré como los aceptados. Ya que el amor y el hacer favores se le volvió en contra, el Dos cambia e inicia un nuevo rumbo: la imitación. Seré como los aceptados. La Luna (2) toma la estrategia de Júpiter (3).
Buscar la aceptación por medio de la imitación es un error. La solución del traspié esta en entender la tercera ley del kibalión: La Ley de la Vibración. Todo lo que vibra está vivo, quien imita está muerto. Vibración es respirar. Vibración es darse cuenta de que estoy embarazado (Emperatriz). Los que no se dan cuenta de su embarazo, imitan. Los imitadores, sin querer queriendo, hacen y distribuyen imitación. (Moda, publicistas.)
El yoga es la gimnasia de este número.
Dicen que “el estilo es el hombre”. Mi estilo será la imitación mientras no conozca mi palpitar interno.
Nos diferenciamos por el grado de vibración de cada cual. Se aprende, se estudia, se prepara uno para la vida… Todo eso significa, cada día me conozco mejor, mejor y más mi estilo de vibración. La Ley de Vibración sirve para darnos cuenta que todo lápiz, bolígrafo, pincel, punzón tienen un solo nombre: estilográfica.
Sin estilo propio se vive de la imitación, no confundir con influencia. Sin estilo propio se vive en el infierno, pues manda la opinión ajena.
El número que ocupa el segundo lugar en la evolución se llama Tres y lo podríamos llamar: resultado, mutable, resolvedor, abandonador de la dualidad y sus limitaciones, nuevo punto de vista, ¿tercer ojo?, hijo, nueva dimensión, fecundación, etc. Acción, cambio, asociación, movimiento y función son sinónimos del tres. Por medio del Tres se crea una nueva unidad, la primera unidad.
Relacionar un correspondiente -el Dos- con el otro, supone abandonar alguna limitación, esto obliga un nuevo punto de vista. De ahí eso de tercer ojo, es un mirar que no deja fuera a ningún bando. El Tres es un punto de vista distinto, ve, mira la correspondencia, la realidad, la polaridad. Ve y mira al Dos desde lo alto, los puede unir, o mejor dicho, entender sin causar daño.
El Tres no elimina al Dos, participa de esas dos originalidades, las reconcilia, las vuelve compañeras. Gracias a la experiencia Tres entendemos que dualidad y unidad son polos equivalentes. El Tres relaciona de aquí y de allá y con ello crea una nueva unidad.
La tarea del tres o misión es crear unidad y no discordia, dar igualdad a lo desigual. Esto es una paradoja, por esto se habla de la Trinidad divina. Es crear algo nuevo, que siempre es igual, es decir, cosas diferentes que son iguales.
La verdad, casi la verdad, por ahora sólo la puede observar y comprender un ser tridimensional. Lo contrario de verdad es guerra santa, que tiene mucho de guerra y nada de santidad. En la guerra santa todos los bandos tienen la verdad. En la tridimensionalidad se observa la razón de los dos al cambiar el punto de vista. Por esto el triángulo es un símbolo de conocimiento. Por esto con el Tres se inicia un nuevo nacimiento, una fecundación, a partir de la cual surge una nueva dimensión.
Con el Tres surge algo nuevo, es una nueva manifestación de la totalidad. Con el Tres surge todo lo demás, sin el Tres no habría, con el Tres hay de todo, y lo que no está en el Tres, el Tres lo inventa. Si no puede inventar… lo imita.
El Tres reúne en sí todos los defectos y virtudes de Júpiter.
El Tres da vida, crea vida, crea nuevas unidades. La Ley del Tres es la ley natural y fundamental, de todos los mundos.
El Tres, la creación, la vida, es la acción entre las potencias que desean ser y las que se rebelan al ser, entre la fuerza de ir hacia, y la espera de absorber y proteger. Como producto de este afán nace el Tres: resultado redentor de la tirantez entre los opuestos, mecanismo estabilizador, equilibrante. Es un nuevo elemento fecundo, vida nueva. El espíritu que ha fecundado a la materia, padre-madre-hijo, el Tres es fuente y origen de todas las cosas existentes a través de sus componentes Sustancia-Forma-Movimiento.
Aunque universal, no por ello fácil, es muy difícil el Tres, pues todos vivimos en un mundo con una mentalidad primitiva de esto o lo otro, olvidándonos de la ley anterior. El olvido de la Correspondencia nos mantiene en un pensamiento contrario a la inclusión. Las tensiones no se resuelven dejando fuera algo, ni estando en esto sin aquello, pues al final en vez de pitos y flautas, tendremos rayos y centellas.
El Tres es el número del obrar activo, del porvenir y de las procreaciones.
En la experiencia Dos cuando me refiero a algo, no me refiero a su contrario ni a su correspondiente. Cuando digo “yo”, al mismo tiempo estoy diciendo “no-tú”. Los límites no son malos, simplemente definen. Por esto para entender al Tres hay que saber que existe lo colectivo, del cual somos parte. El Tres es la primera unidad de la realidad colectiva. No hay nada personal que no sea colectivo, ni nada colectivo que no sea personal.
Si el Dos es el Big bang, el Tres es el resultado de esa explosión, es el ¡plop!, ¡exijo una explicación! Es una sorpresa, es un: ¡¡¡no es lo que me había imaginado!!! Es un resultado que tiene vida propia en todo el sentido de la palabra. El Tres puede cambiar la dirección de las cosas, mantiene la vida.
El Dos no crea vida, es el material de la vida, pero no la crea. Explica y da la regla fundamenta, si la respetamos, viviremos, si no, la destrucción, o el milagro. Si seguimos vivos sin respetar la Ley de Correspondencia, es un milagro.
En cambio el Tres siempre nos lleva a algo nuevo, con todas las características de lo nuevo. El Tres con sus leyes es el principio creativo, sostiene la vida, la optimiza. Sin Tres no hay nada, sin Tres es la nada dentro del Todo. Sin Tres la vida sería un aborto.
La dualidad nos lleva a la destrucción. El Tres siempre nos lleva a lo nuevo, este es el principio de la creación.
El Tres forma la figura de tres líneas, el triángulo, la primera forma, primera figura, primer logro. Optimismo.
Las tríadas, triángulos, trinidades las encontramos en muchas culturas. Representan la influencia del espíritu sobre la materia, de lo activo sobre lo pasivo. El ternario es lo mínimo necesario para que algo exista. Cualquier unidad mínima debe tener un triángulo para engendrar vida: levante, cenit, poniente; espíritu, alma, cuerpo; bien, neutro, mal; alto, centro, bajo; pasado, presente, futuro; conservación, reproducción, espiritualización; intuición (moral), pensamiento (intelecto), instinto (animal), supraconsciencia, consciencia, inconsciencia. Quizá a Carlitos Marx le falto hablar de triléctica en vez de dialéctica.
Si no me equivoco, en todas las cosmogonías este concepto trinitario se encuentra presente y activo. El sufismo habla de la Ley del Tres expresamente, para ellos la Ley del Tres es un descubrimiento y la Ley del Siete una invención. Comparte este concepto con la astrología: fuerza activa, cardinal; fuerza receptiva o pasiva, fijo; fuerza resultante, conciliadora, neutralizante o resultado, mutable. En el Tao Te King leemos “El Tao engendra al Uno. El Uno engendra el Dos. El Dos engendra el Tres. El Tres engendra las diez mil cosas”. El hinduismo nos enseña de Brahma, el creador; Vishnú, mantenedor; y Shiva, destructor. Los católicos y cristianos hablan de las tres personas que son un solo Dios. Los masones usan el triángulo con el Ojo-que-todo-lo-ve.
Tribuno, tribuna, etc., el testigo, el cual está presente como un tercero. El que habla, o de donde se le habla, a los dos lados del Big-bang.
El Tres es un simple primer resultado, es lo mínimo y necesario, engendra la promesa de algo grande. Es sólo un primer paso para entender la totalidad, no es la totalidad. Quedarse en el Tres (en el ojo que todo lo ve, las tres personas y un Dios, cardinal a mutable, etc.) es una trampa. Su perfección la encontraremos en el Seis, la Ley de Causa y Efecto.
Por todo lo visto resulta natural que el triángulo sea un símbolo de conocimiento, simplemente cambia el punto de vista. La primera y más simple de las figuras geométricas es el primer conocimiento que nos llevara a la más complica y difícil de las formas. El Tres es el mínimo necesario para sostener una superficie. Una mesa de tres patas no cojea, pero su equilibrio no es sólido; una mesa de cuatro patas puede cojear, pero resiste mejor un terremoto. El Mago del tarot tiene delante de él una mesa con tres patas…
Del Tao se deduce: no hay primera sin segunda, ni segunda sin tercera. El mundo surge de los tres primeros números, que son dos. La ley del mundo -la ley del tres- está incluida en el triángulo.
Todo lo que existe, existe porque es. Todo lo que es, en todos los universos, pertenece a la Ley del tres. La Ley del tres forma parte de lo regular del mundo físico e imaginario. Todo lo que existe, existe, porque existe todo lo demás.
Todas las cosas son de a tres: toco madera, sentarse 3 veces cuando se ha olvidado algo, la tercera es la vencida, no hay segunda sin tercera, etc., y que no quiera contar hasta 3, es tonto y estéril.
¿Cómo existir, cómo ser, cómo estar? Si no sé de mí, si no sé nada de mí, tampoco sé donde estoy. Esto normalmente se llama vacío. Un ser vacío que no acepta su vacuidad, se llama vanidoso. La feria de las vanidades, es ese lugar lleno de gente vacía. Esa feria es el lugar donde se comparten vacuidades, imágenes, donde se vive de la opinión del otro y lo único personal es el rol dentro de la feria de vacíos. Por eso hay que cuidar mucho el rol, ser muy eficaz en ese papel. Los seres vacíos sufren de un delito raro: asesinato de imagen.
Los seres vacíos viven en el rol, en ellos se dan situaciones muy curiosas. Por ejemplo una mujer puede decir que tiene un hombre que es un mal marido y un buen padre.
Al conocer la vibración, conoceré mi realidad, que será objetiva. Al armonizar con la realidad obtendrá paz y la libertad para ser quien es según su vibración. Si no vivirá en discordia.
Si todo vibra, yo soy parte de lo que vibra. Esto me conecta con la ley anterior, la de la Correspondencia. Si no me doy cuenta de la vibración, veré todo separado, todo independiente, no veré ni el mal ni el bien que hago.
Todo ser que se identifique con su rol, no puede ver la vibración de otros, ni la propia. Esto lo hace vivir en una permanente confusión: ¿lo útil y eficiente es al mismo tiempo lo aceptado y aceptable? Es tan ridículo como pedirle a un policía, en nombre de la eficiencia, una meta de arrestos; o a un bombero de incendios una meta de siniestros resueltos.
Aceptarse es reconocer en cada cual su propia vibración, la no aceptación genera competencia y sólo se valora el resultado, esto es vibrar como animal. Asusta conocer la propia vibración.
La experiencia Tres, por lo genera, se le asocia a éxito y celebración, en los arcanos menores del tarot. Aquí está todo Júpiter.
En parte es acertada esa interpretación, desde el Tres los asuntos de la vida se ven muy brillantes y celebradores. Se siente que lo no logrado en la experiencia Dos, aquí rebalsa. Por esto es muy difícil dar un paso adelante para acercarse al Diez.
La numerología tántrica llama a este número diabólico o divino, es el conflicto entre Dios y César, es el conflicto entre nuestro ser limitado e ilimitado. Y ya sabemos que nada es del César. O lo que es lo mismo, actuamos según nuestra propia vibración, o la vibración de los otros. Esa vibración de los otros puede ser un egrégor, lo veremos en el Seis.
Diabólico o divino: elige que vibración quieres tener. La de la serpiente o la de tu luz. Las dos vibraciones ofrecen inmortalidad. Como nadie puede servir a dos señores, los que eligen servir a las dos vibraciones, en la experiencia Cuatro verán la polaridad como una línea, pues estarán en lo peor del Dos y no como un cuadrado, que es la cuadratura del círculo.
En la experiencia Tres, se pierde la conciencia entre nuestros mecanismos de defensa y lo valioso que ellos defienden. Al final nos quedamos con la identidad del mecanismo de defensa y eso es lo que somos. Por buscar la aceptación, somos correctos y esa corrección es un anzuelo, sólo se reconoce cuando se mordió.
Si cada uno logra reconocer su propia vibración, la puede regalar a quien quiera y lo desee, pues no se gasta y pide salir. Cuando imito, no vibro, por eso soy egoísta, sólo trabajo por dinero. Soy pobre y si creo en Dios, supersticioso.
Somos iguales en la medida que vibramos. Si no reconozco la vibración de otro, no lo veré humano, no viviente. Quien es cruel, no sabe de su vibración. Por esto es el número de la igualdad. Según vibramos es lo que somos, si vibro como humano, contagiaré humanidad; si vibro como animal, a lo más viviré en un zoológico, algo muy parecido a las ciudades actuales, con sus límites y murallas artificiales, pero no por artificiales humanas.
El número Tres nos invita a ser creativos, valientemente creativos, a ir un poco más allá de lo meramente correcto, nos invita a ir a lo divino, que traducido al idioma común significa: no imites a Dios, tu divinidad está en reconocer tu vibración, confía en ella, no en el Dios de la imitación, no en el Dios común, que tiene por nombre genérico serpiente, hoy se llama “mercado”, y los de la tele dicen “así es la tele”. La imitación crea los egrégores.
La desconfianza en la propia vibración, la imitación, nos hace vivir en el infierno creyendo que estamos en el cielo. El peor de los infiernos pues nos hace creer que este dolor es para el bien en otra vida.
Quien no sabe quien es, imita. El que imita, adula. Es imposible adular sin interés. Es algo muy deshonesto. Más vale vivir en el dolor que tener un dolor peor: el dolor del propio autoengaño. Indigno, pero que no se note, que nadie se de cuenta. “Que nadie se de cuenta” es la ventaja de la indignidad. Que parezca y que no se sepa que no parezco, y si alguien sabe que sólo parezco, que no lo comente o que yo no oiga ese comentario.
La vida del desgraciado, de ese sin gracia, es como los artistas que se deben a su público… y viven de la opinión o el aplauso, y todavía lo dicen, que vergüenza de seres humanos.
Todo imitador miente, para mentir tiene que fingir y la fingir es una deslealtad. Los males de Júpiter, te miente para que estés contento. Mientras no se de cuenta que vive en una mentira su vida será una inmoralidad supersticiosa.
Y traición. Para ser aceptado, tengo que traicionar. Si vivo de la opinión, no puedo tener amigos. Es la selva. Donde todos los animales pasan hambre.
Todo imitador desprecia al otro, como todo artista que vive del aplauso, desprecia a su público y se desprecia a sí mismo. ¿Cuánto falta para el resentimiento? Y la envidia. Por eso dicen, no muerdas la mano que te da de comer.
Al final quiere destruir a quien lo acepta. Como los artistas con sus exigencias o ese que quiere tener un millón de amigos y no saluda a nadie. Exigencias de cobros y vanidades. Dice, habla de mí, te esclavizo. Te esclavizo para sentirme importante, mis caprichos son para llamar tu atención.
La imitación obliga a no ser sincero, y esa esclavitud a la opinión, también obliga a vivir en el halago. Hasta que por un golpe de sinceridad, cuando se ha logrado lo deseado, en medio de una celebración dice: ya no tengo que lamer el culo a nadie. Llegó lamiendo culos y ahora se dedicará a joder a todos los que lo ayudaron. “Mejor enemigos que aduladores”, dicen por ahí.
Es muy difícil salir del Tres, dar el paso al Cuatro, pues el Tres es un canto de sirenas.
Por imitar es imposible ser sinceros. Es como una chica que use sostenes que aparenten lo deseado, nunca se los podrá sacar, y es todo lo que quisiera. Calienta el agua… y no se toma el té. Miente, todo mentiroso se sabe insignificante.
Somos, hoy por hoy, máquinas de imitación. Somos máquinas de emitir juicios que confundimos con opiniones. Son tantas las mentiras dadas a nosotros mismos que llegamos a creer que cada uno tiene su propia verdad. Para ser Tres hay se debe ser muy estoico, cínico y a la vez hedonista, pero no cirenaico.
Después de la experiencia Dos, se vio desnudo entre vestidos, sintió pudor. Siguió la moda. Moda es imitación, es otra desnudez, atraer, agradar, seducir, diferenciarse de los no aceptados, ser del grupo. Se vistió. Como vive de los otros, de la moda, no hay nada que lo distinga. Aunque se crea distinguido. Se desilusiona, sigue tanto la moda que pasa desapercibido.
El mayor deseo del Tres es ser macho alfa. No se la pudo para ser un humano con sus valores, renuncia a su humanidad para vivir en la selva de las apariencias.
Al imitar, no parece inferior. Anda tras la mentira exitosa. El Cuatro hará lo contrario.
Su creencia es dice, sólo merecen aceptación los exitosos, por esto se orienta a valores ajenos y confunde los criterios de valor. Se puede cambiar hasta de religión o equipo de fútbol.
Cualquiera que viva encaminando su vida según los valores de lo establecido, verá el mundo como el único y mejor lugar posible, por lo tanto no aportará nada y será un representante de lo dominante, un legitimador del abuso. Los que no aportan son un estorbo, pues se oponen a los aportes; cada aporte es un reconocimiento de una falla. En ellos reinará la confusión: no sabrán que valor es en mejor, dirán que es bueno lo que les conviene, no podrán distinguir entre su personalidad y la realidad. En resumen y como siempre, si no saben como vibran, ¿qué se puede esperar?
El único requisito para ser fiel a sí mismo, o mejor dicho, el primer requisito para la fidelidad, es conocer la vibración. En la vibración está la autenticidad y sinceridad.
Si sé como vibro, el rechazo no será un fracaso, hasta puede ser una manera heroica de vivir y ejemplar, pues no caerá en la trampa del éxito o la fama.
Los narcisos viven en la mentira. Miente y se miente, toda mentira esconde una insignificancia. Cada uno de sus éxitos esconde un dolor. Se llena de deseos que sólo esconden dolores. No se ha dado cuenta de algo fundamental, entre no desear y tener da lo mismo. Practican el más sutil de los pecados: la envidia. No sienten envidia, provocan envidia. (El que siente envidia es un enfermo, el que la provoca un criminal.) Desea ser envidiado, así se imaginará aceptado. Por eso no se conoce, ni sabe lo que quiere ni lo que desea. Desea ser deseado. Por lo tanto vive en una perpetua insatisfacción.
Cualquiera que tenga por meta y objetivo en su vida el éxito, por obligación deberá sacrificar sus principios. Pues entre realidad y apariencia la mujer del César es una puta como cualquier otra.
El éxito obliga a la prostitución. No se trata de vender el cuerpo, eso es lo de menos, pues siempre el cuerpo queda con el dueño, aunque en la imaginación del cliente. En cambio cuando vendes tu intimidad o tu alma, o tu inteligencia, o tu suerte en la vida, eso no se recupera jamás. Como no se recupera, y todos lo hacemos, vivimos en una prostitución aceptada, y la otra rechazada. De una se puede salir, de otra no, de una no te dejan entrar, de la otra no te dejan salir. Las putas que venden su intimidad por dinero en la tele, cuidan su negocio no dejando entrar a otros necesitados a ese giro, y no dejan salir a las otras putas de su ambiente, y por putas las condenan. Hay puteríos aceptados y otros rechazados. Putas todos.
Cuando un Tres aprenda de su vibración, podrá conjugar un triple verbo: conocimiento, opinión y apariencia. Para conocer los estados de la materia: espacio, tiempo y causalidad. El mundo biológico: mineral, vegetal y animal. El tiempo con pasado, presente y futuro. Mañana, tarde y moche. Los 3 colores básicos: rojo, azul y amarillo. La frase: sujeto, verbo y predicado. El drama: presentación, conflicto y resultado. Para partir: en sus puestos, listos y ya. Las partes del conocimiento teórico: tesis, antítesis y síntesis. Cabeza, tronco y extremidades. Oral, anal y sexual. Inclusión, confrontación y afecto. Pertenecer, jerarquía, equilibrio. Esto, lo otro y lo de más allá. Etc.

Próximos capítulos: La Luz del Tres. La Ley del Tres.

viernes, 4 de marzo de 2011

Estudio de astrología

Muchas veces para aprender astrología hay que avanzar retrocediendo: ir a segundo año y volver a primero al mismo tiempo.
Como sea, yo recomiendo empezar por el segundo año, aunque tú no lo hagas.
El aprendizaje astrológico se parece a la vida: cuando se acepta se aprende.
En el primer año se aprende, en el segundo se acepta.
Si por mí fuera, yo daría primero el segundo año y un par de años después, el primer año.