sábado, 30 de abril de 2011

ANALOGÍA

Para mejor entender la Filosofía Esotérica y lo que significa, es conveniente empezar describiendo el método de esta disciplina. Para interpretar el esoterismo y moverse con comodidad por sus vericuetos hay que conocer la analogía.

Es el método que usan los esotéricos para explicar y explicarse sus conocimientos, descubrimientos y experiencias. No es una doctrina, es una costumbre que ayuda a progresar el conocimiento. Por esto no es científico y pueden cometer muchos errores los engrupidos con el cuento.
La analogía habla de correspondencia, semejanza, proporción o la relación entre lo analizado. Analiza de forma paralela dos o más situaciones no relacionadas habitualmente. Así por ejemplo se analogiza al padre con Dios, y todos los atributos de Dios, se supone, son los del padre y viceversa. O se habla de dormido y despierto, comparendo estos términos de la vida cotidiana a temas de la conciencia. Se comparan sus movimientos, relacionan las cualidades, por ejemplo del sol y el bien.
Es decir, para situaciones no idénticas, se usan términos comunes, semejantes, desde algún punto de vista. Hay una propiedad intrínseca en ellos que los equipara.
Por analogía no podemos introducir en terrenos inexplorados por la experiencia. Por esto para entender a Dios este sistema es el mejor, pues nadie podrá llegar a la experiencia divina, o esa experiencia no se puede compartir.
Yo en particular creo en la bondad de los hombres, solo por analogía, aunque la experiencia me diga que esa bondad es una mentira que yo me doy a mí mismo. Si Dios es infinita bondad y nosotros sus criaturas, nosotros por analogía no podemos ser malos, ya que venimos de un ser de infinita bondad. Y siguiendo este argumento podemos llegar a la conclusión que yo soy una parte de Dios, porque en cada cosa creada hay algo de su creador. ¿Por qué no hay bondad, entonces? Esa respuesta corresponde a la reflexión particular de cada cual.

El esoterismo tiene un dogma, un artículo de fe, un postulado indiscutible, si no se acepta, todo el edificio esotérico se viene abajo.
“El Todo está en todo, y en cualquiera de sus partes. En cualquier parte del todo, está el Todo”.
El número es un pedazo de la Unidad, y en cualquier número se encuentra la totalidad de la Unidad. No se puede explicar la unidad sin el número ni el número sin la unidad.

“El Todo es el Ser Total, fuera del cual no hay nada: el Todo es inmanente en cada una de sus partes, sin lo cual el Todo no sería el Todo, puesto que estaría limitado por alguna de sus partes. Así, la parte no se distingue que según un modo ilusorio del Todo al cual ella pertenece. A partir de eso, conferirle una realidad propia, verlo independientemente del Todo que la contiene, mirarlo como una “cosa en sí” es la ilusión de las ilusiones, el error, la pérdida, la mentira, las tinieblas”. (Leído en algún escrito olvidado.)

En la vida común esto se usa mucho. Una muestra de sangre es un ejemplo de lo anterior, no es necesario sacarle toda la sangre a una persona para saber su composición, basta solo una parte, y una parte minúscula. Una encuesta es lo mismo; un grupo elegido al azar representará al todo. Lo mismo pasa con la iriología, la reflexología y otras disciplinas afines.
Muchas actividades “esotéricas” solo se pueden entender por esto de la parte y el todo. Si en cualquier parte está el todo, el todo de mi vida puede estar en la carta astral, o en las cartas de cualquier tipo, hasta puede estar en cualquier hoja de árbol que yo recoja por la calle.
¿Por qué entonces no se usan las hojas de los árboles para estudiar el todo de la persona? Simplemente porque nadie lo ha hecho de manera sistemática hasta ahora. En cambio la astrología tiene miles de años y mucha experiencia acumulada, y la hojalogía u hojamancia, no tienen cultores, aunque podrían tenerlos.

Por todo lo anterior podemos concluir: detrás de todos los fenómenos diversos de la vida, se encuentra la unidad, y todos los fenómenos son parte de una sola unidad. Por lo tanto, los fenómenos de la vida no son idénticos, son análogos. Todos los actos de todas las vidas tienen un parentesco inmediato: son parte de una misma unidad.
Mucho mejor lo explicó un poeta: “Los humanos somos lo mismo, pero no somos iguales”.

De esta ley universal se derivan otros tres postulados básicos.
1 “Lo que está arriba es como lo que está abajo”.
2 “Lo que fue es lo que será, y lo que será es como lo que es”.
3 “Lo que está aquí está allá. Lo que no está aquí no está en ninguna parte”.

Lo de arriba y abajo es un tema común y conocido por casi todos. Lo podemos traducir analógicamente diciendo: las leyes de un cosmos operando en otro. Lo de arriba se manifiesta en lo bajo. Dios se manifiesta en la tierra.
Por ejemplo. El ser humano tiene cuerpo, esto es materia y energía, como toda la materia; y también tenemos consciencia; podemos definir a la conciencia como la capacidad de darse cuenta del uso de la materia y energía. Puesto que la materia no desaparece con la muerte, solo se transforma; puesto que la energía no desaparece, solo se transforma, por lo tanto la conciencia no desaparece con la muerte, solo ser transforma, por lo tanto el ser humano es eterno e inmortal.
Esta es la típica utilización de lo que está arriba es como lo que está abajo. Si existe la ley de la conservación de la energía, debe existir la ley de la conservación de la conciencia. Por esta razón, la totalidad de lo visible, es un espejo de lo invisible.
Sobre lo que será, lo que fue y lo que es, diré como otro poeta: “Somos lo que somos por lo que fuimos, seremos lo que seremos, por lo que somos”. Esta ley tiene relación con la unidad del tiempo, todo lo que hagamos repercute en todo lo que somos y somos lo que hemos hecho. Con esta ley entendemos, solo existe el presente y resulta inútil viajar al pasado o a otras vidas para entender el momento actual. Soy lo que soy por algo que hice en el pasado, es imposible arreglar ese pasado, solo puedo arreglar mi presente; lo mismo pasa con el futuro, no saco nada con averiguarlo si no me comprometo con él en mi presente. A esto se le llama el efecto mariposa.
Con respecto a lo que está aquí y no está allá, se entiende cuando experimentamos un encuentro, sólo encontramos lo que tenemos, encontrar (descubrir) es un acto de la memoria, solo puedo encontrar lo que tengo en mí. Se encuentra lo que se tiene. Por esto los viajeros, en los viajes encuentran a sus pares. Un traficante encuentra otro traficante, de pura casualidad; un tarotista, de pura casualidad en el aeropuerto conoce a otro tarotista; un cesante encuentra desempleo. Dime con quien andas…, lo que está a mi lado me refleja. Pero, ¿cómo se compatibiliza esto con la ley esotérica que dice que nadie es profeta en su tierra? Esa es materia para ti.
Si todo está aquí, el pasado no se encuentra ni atrás ni afuera. El pasado lo tenemos dentro y ahora. Lo mismo podemos decir del futuro: está aquí y dentro. Por lo tanto, como dicen los esotéricos, todo está en ti.

La analogía es un método inductivo, va de lo particular a lo general, de la parte, y las partes, al todo, de las experiencias a las leyes, de los efectos a las causas.
La analogía tiene mucho de estadístico y su fuerza argumentativa vale en función de la cantidad de hechos conocidos. Como todos los seres humanos, hasta ahora, han desencarnado, se supone que a los venideros les pasará lo mismo.
Los esotéricos, a la analogía pura y simple de la cantidad, le agregan la calidad. Esta es la gran diferencia.

Para llegar a un buen resultado usando la analogía hay que tener una muy buena experiencia. Si la experiencia es mala, el resultado será peor.
La analogía no es perfecta ni sus resultados son aceptados por todos, todo depende de la experiencia.
Así por ejemplo algunos autores han tratado de encontrar semejanzas entre los signos del zodiaco y las cartas del Tarot, pero el resultado no ha sido unánime, y está bien que así sea.
Por esto en la filosofía esotérica no pueden existir muchos dogmas. Con la analogía lo que se logra es compartir una experiencia, tratar de descubrir una verdad, pero partiendo de la base que quien busca es un perdido y quien ha llegado es sólo un maestro ascendido, ninguno de nosotros.

Hay todo un camino por recorrer, ese camino es individual, y hay un método que nos ayuda a compartir esa experiencia. Ese método es la analogía.