Nosotros los
esotéricos (nos imaginamos camino a la luz) tenemos partes muy oscuras, muy
poco trabajadas. Quienes se creen luminosos y no ven su oscuridad, están consumiendo
droga. Una droga estupenda, ante el prójimo parecen alternativos siendo
sostenedores de la Matrix.
Muchos
esotéricos llegamos a este mundo expulsados de la Matrix, o nos incluimos en el
misticismo porque aquí no existe control de calidad. Muy bien… lo malo es que
no cambiamos los valores. En los ambientes espirituales no pueden reinar los
valores de la Matrix. Lo oscuro es hacer reinar los valores del César en el
mundo de Dios. Son -somos- los mercaderes del templo.
Nos sucede por
no practicar lo que hablamos, por no conocer lo que compensamos, por no preguntarnos
una y otra vez el por qué del por qué del por qué.
Hablamos mal
de la aspirina pues borra el síntoma y no ataca la causa. Pero soluciona el dolor;
el problema es el darse cuenta. ¿En qué se diferencia del Reiki? Si la
imposición de manos, o la lectura del aura simplemente me arreglan la
dificultad sin entrar en un proceso que me lleve al darme cuenta de la cuestión…
se trata de otra aspirina.
La oscuridad
de los esotéricos es aplicar métodos del César para llegar al ideal divino,
usamos inclinaciones superiores para fines materiales, ponemos de moda
sanaciones permanentes. Nos quejamos de la salud de los compatriotas, alegamos
por la cantidad de farmacias… y nos llamamos sanadores. Cuando descubramos la
enfermedad en nosotros nos avergonzaremos de llamarnos sanadores.
Disfrazamos el
egoísmo con aparente generosidad. Pedimos abundancia, abundancia para nosotros
mismos, mucha abundancia, más de la que tenemos… pero que esté en armonía con
el cosmos. ¿Abundancia para mí en armonía con el cosmos? Dale un par de
vueltas, veras el egoísmo es su estado más puro. Si quieres armonía con el
cosmos, pídela; si el cosmos lo considera te dará abundancia.
Arrancamos del
conócete a ti mismo. Una típica frase
esotérica dice: “Seré feliz, arrancaré
de mi espíritu todo pensamiento triste, me sentiré más alegre que nunca, no me
lamentaré de nada”. Esto significa que no soy feliz, que estoy triste. ¿Por qué
no lo reconocemos? ¿Por qué no voy a la causa de la infelicidad y el dolor?
Porque no sé quién soy ni quiero saberlo, porque no conozco la realidad ni me
interesa el aquí y ahora. Prefiero tomar una aspirina espiritual y huir del
malestar.
Ante el sufrimiento escapamos como cualquier
mortal, unos ven tele otros compran collares sanadores, todos soñamos con
viajar. Buscamos la positividad porque vivimos en un mundo negativo y lo
rechazamos, rechazamos la negatividad en nosotros.
Nos evadimos
del presente, del aquí ahora con teorías irrefutables: el karma, las otras
vidas, es lo qué tenía que pasar. Olvidando un principio fundamental: somos lo
que somos por lo que fuimos, seremos lo que seremos por lo que somos. No hay
más momento que el presente, el pasado no está afuera ni atrás, el pasado está
aquí y dentro.
Oscuridad es
hacer que lo que hacemos por sobrevivencia, no por evolución. Pero podemos ser
sobrevivientes tratando de evolucionar. Rezando para llegar al cielo no se sale
del infierno. Más vale un mínimo acto que mil decretos.