Nosotros los esotéricos estamos igual a lo que queremos
evitar.
Hemos caído en la trampa de la Matrix.
Podríamos definir esoterismo como el estar en el aquí y
ahora diciéndonos todas las verdades, conociendo las causa hasta llegar a la
causa primera, sin mentirse.
Lo no esotérico es lograr algo sin el esfuerzo
correspondiente.
Por ejemplo: comer sin engordar, adelgazar sin hacer
ejercicios, parecer jóvenes siendo viejos.
Es decir: resultados sin proceso, llegar a la meta sin hacer
el camino.
Muchos de nosotros, los esotéricos, funcionamos igual:
-Compramos libros de astrología con todas las respuestas y
ninguna lógica de cómo se llego a eso.
-Lo mismo con los libros de tarot.
-Creemos que en un fin de semana se nos abrirá el tercer
ojo.
-Hay algunos que venden a buen precio el “regalo de Jesús”
que recibieron en una canalización.
-Otros psíquicos compiten para ser el mejor.
-Decimos “todo está en ti” y vivimos buscando fuera.
-Creemos que el despertar se logra en un ritual.
-Vivimos en la Torre de Babel, cada uno con su verdad.
-Inventamos modas esotéricas y las seguimos.
-Decimos “Namaste” y tocamos la bocina en cualquier atasco.
-Seguimos la ley y nos olvidamos de la conciencia.
-Enjuiciamos sin tener opinión.
Nos olvidamos que el esoterismo existe porque el ser humano
es un loco de remate.
Los esotéricos estamos para salir de la locura y no para
colaborar con ella.
El esoterismo es para compartir, que es la única manera de
evolucionar.
Somos esotéricos para construir el cielo en esta tierra, no
para irnos a él.
Todo lo esotérico es para decirnos las verdades.
Ningún ritual, ningún libro, ninguna alineación de chakras
te despertará si no te dices la verdad.
Sólo la verdad que te digas a ti mismo te despertará tus
alas petrificadas.
La verdad que está en ti, en tu cuerpo, y sentir lo que el
otro siente, es quizá el camino del despertar
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